Existe el súbito silencio de la multitud
que se cierne sobre el jugador inmóvil de la cancha.
Y el silencio de la orquidea.
El silencio del jarrón que cae
antes de que impacte contra el suelo,
el silencio del cinturón cuando no está castigando al niño.
Lo estático de la taza y el agua que lo contiene,
el sielncio de la luna
y la quietud del día del estruendo sol.
El silencio de cuando te abrazo en mi pecho,
el silencio de la ventana sobre nosotros,
y el silencio que se había acumulado toda la noche
como la nieve al caer en la oscuridad de la casa
el silencio de antes de que escribiera una palabra
y el silencio más pobre ahora.