Tuesday, December 19, 2006

Corazón latido.

Como un puño recogido.
Éste,
mi corazón latido,
va cayendo de mi cuerpo,
como canto rodado del río.

Nadie lo sabe,
Pero yo lo sé.
Esto no es un corazón que late.
Éste es un corazón latido.

Huele mi sangre a negro fuego.
De útero a útero se fue quemando,
De ovario en ovario huyendo del frío.
Nunca sabré
que era tenerle,
Un verbo tierno
del mañana
se ha perdido.
Y dos pechos
aflorando
de leche
quedarán muertos,
pobres,
distintos.

Porque ya no queda tiempo.
Esta carne rota me lo dice.
Estas dos ramas de mis brazos van cayendo.
Y estos pies caminan
sin piernas,
ni fuerzas,
sin sentidos.

Nadie lo sabe,
Pero yo lo sé.
Me voy muriendo.

Aquí voy dejando mis ojos,
mis dos ojos oscuros,
dormidos.
Estos ojos que al mundo vieron

y no me han visto.

de caparazones entre paredes


Ya no sé si tu tirabas el vaso al suelo
(porque querías)
o porque ella te lo decía.
Como un brazo oculto que se queda detrás de
todas las puertas,
de todas las casas,
de todas las cocinas.
Se encierra una sombra
(que yo desconocía)
Una sombra negra,
con tristezas de hoy,
sangres de mañana,
y cálida nostalgia del pasado.
Una sombra
existe
en los gritos
de dentro
de un hogar.
que siempre enmudece
por las aceras;
y habita
en el caparazón sútil
del débil
que ha de
seguir los pasos,
lentamente,
hasta
ansiar dejar de sentir.
Por eso todos
fuimos alguna vez,
débiles que se escondían
y luego se hacían fuertes.
Y expulsaban fuego,

como dragones.